martes, 26 de agosto de 2008

Categorías sexuales masculinas


El amor es algo ideal, la pareja es algo real, y la confusión entre lo real y lo ideal siempre se castiga – Goethe

Entérate antes

Eso de "quién entiende a las mujeres” siempre salió de boca de hombres con pocas ganas de comprendernos.
No es cierto que las mujeres seamos difíciles de interpretar. Pero lo que sí es cierto es que a nosotras nos resulta mucho más fácil identificar de entrada a los hombres. Ellos son para nosotras transparentes, revelan cómo son en cada detalle, lo que permite que una mujer con un mínimo de sentido de observación no se embauque con el primero que pasa, creyendo que él es lo que no es.
Con esto quiero decir que aplicando el Método de McLuhan de la Mirada Crítica, una mujer puede evitar decepcionarse y perder una noche llorando amargada frente al espejo del baño de un hotel de citas.
La regla es muy simple:

“Así como un hombre es afuera de la cama, lo es también adentro.”

Un hombre desinhibido, que piensa en voz alta en su vida cotidiana, tampoco tendrá frenos inhibitorios en su vida íntima. Llamará las cosas por su nombre -nada de decir "eso", "ahí" "más abajo"- y pondrá en claro qué le gusta y qué no, desde el vamos. Nos bailará la Danza de los Siete Velos, y querrá hacer el amor en el auto "porque tengo ganas ahora y qué me importa si alguien nos ve".
Un hombre bromista y exhibicionista, de los que se ríen de todo, que no pueden hablar en serio ni en un velatorio, intentará hacer el amor parado de cabeza, y te recitará orgasmos cantados con ritmo de tango.
Los galanes a los que les importa más sus trabajados bíceps de gimnasio que la señorita que los acompaña, querrán hacer el amor de modo de poder mirarse al espejo e ignorar a su amiga. Y si a ella "no le pasa nada" será -por supuesto- culpa de ella que no sabe admirar los bíceps y abductores de él.
Los transgresores y rebeldes sin causa querrán hacer el amor en lugares públicos como el ascensor o la playa, porque la idea de infringir las reglas y escandalizar a la gente los excita más que el sexo mismo.
Los prolijos y meticulosos -los que se lustran las uñas y usan desodorante bucal después de lavarse los dientes- pasarán dos horas en el baño antes de acercarse a su amada en pijama blanco inmaculado. Higiene inútil, ya que para cuando él llegue, su amante, cansada de esperar, se habrá quedado dormida.
Los hombres conservadores y rutinarios -ésos que año tras año compran siempre el mismo pantalón, van al mismo peluquero y al mismo bar a pedir el mismo trago- también serán así en el sexo: no admitirán variantes. Lo harán hasta que se mueran de la misma manera, para lo cual siempre tardarán el mismo tiempo.
Un equívoco popular es creer que se puede esperar mucho de los deportistas. Con ellos la cosa no es tan fácil de deducir: o son locomotoras incansables, que con un poco de fútbol se aceleran más aún, o ponen toda la energía en el partido y al minuto 91 no sirven ni para rascarnos la espalda.
Los tímidos que piden permiso hasta para respirar suelen también pedirnos permiso para darnos un besito en la mejilla...y el momento del sexo no llega nunca. Tartamudean, transpiran, se ponen colorados, y dicen tantos "perdón", "Discúlpame", "¿Te molesta si...?", que dan ganas de replicarles con un abrupto "¿Y a ti te molesta si me voy?", ya harta de tantas vueltas y tan poco ímpetu. Pero una no hace eso por temor a que se pongan a llorar.
Los agresivos, cínicos y sarcásticos no se dulcifican a la hora del amor, sino que adoran humillarnos:
"¿No estarás anémica? Ve al médico y hazte ver, porque con tantos huesos a la vista pareces salida de Etiopía" o "Ah, esa panza no se te notaba estando vestida... ¡je, je, je!".
Los que no son afectos a los abrazos, no nos abrazarán ni haciendo el amor; los que no besan de pies a cabeza a una mujer vestida, tampoco lo harán cuando la vean desnuda.
Los que siempre cambian de ideas, de planes y de menúes, también querrán variar en la cama: todas las posiciones sexuales existentes son pocas para ellos. La desgracia de conocer a estos amantes apasionados es que así como quieren probar de todo con una, también querrán probar de todo con otras. En la variedad -también de mujeres- está el gusto para estos seres infieles e inconstantes.
Los taciturnos seguirán taciturnos, harán el amor en silencio, y si se los apura mucho responderán con algún monosílabo.
Los que son de lo peor son los fanfarrones sexuales, en quienes la regla es a la inversa: cuanto más hablan, menos hacen. Pueden pasar la velada contando proezas sexuales, pero cuando está en la cama contigo lo único que le apasiona es el mando a distancia de la tele .Y si le reprochas su indiferencia te dicen: “Es que tú me pareces muy fría”.
Otros hombres de temer son los "cuidadores de mujeres", ésos que creen que fueron concebidos por el Espíritu Santo ya que sus madres- como sus hermanas-, son asexuadas. Dicen que sus hijas no tendrán novio hasta los 36 años, y que todas las mujeres son unas putas porque deberían llegar vírgenes a la menopausia. Estos tienen tres esposas, cuatro amantes oficiales y cinco encubiertas, una secretaria seducida y una vecina que visitan asiduamente y que los espera siempre en baby doll. A todas las tienen engañadas, haciéndoles promesas que no cumplen. Hacen bien en cuidar a sus hijas y hermanas: ¡no sea cosa que se topen con hombres como ellos mismos!


Elogio del hombre feo

Hasta aquí es "dime cómo eres y te diré cómo serás en la cama".
Si abrimos bien ojos y oídos, las mujeres veremos que así como un señor se comporta mientras está comiendo una chuleta con patatas fritas, abriéndote una puerta, conduciendo un auto o contando un chiste, será también haciendo el amor.
A veces las mujeres nos sentimos chasqueadas por no habernos percatado de esto antes.
Hay intelectuales fascinantes que son un lujo para el intelecto, pero que creen que la cama está hecha para leer un libro antes de quedarse dormido. Otros, deliciosamente sensuales, no te dejan hablar porque solo quieren taparte la boca a besos en la cama. Para una noche están bien, pero si es para siempre... ¡Ay!
A esta altura, cabe preguntarse si existe el amante ideal. Creo que lo más probable es que lo encontremos en el amigo ideal. Y eso varía según los gustos de cada una.
Como ven, la cosa es simple. El secreto reside en que una mujer se conozca a sí misma tan bien como para saber cuáles son sus prioridades y qué características masculinas le harán la vida más llevadera. Saber lo que una quiere, ahí está el secreto del éxito en la vida. Saber que todo no se puede: éste es el secreto para aguantar, con una sonrisa sabia, a un macho imperfecto.
Hay que asumir que el hombre ideal no existe. Lo mejor que podemos hacer es brindarnos con gusto a la mejor parte de tu amante de turno. No hay que ser tan pretenciosa. Hasta los hombres más feos son muy útiles para poder apreciar lo que te llega cuando conozcas a uno más lindo e interesante.
Tal vez no los mires con deseo porque uno es bajito, el otro viste mal, aquel tuvo una evidente falta de ortodoncia en su niñez. Pero te cuento un secreto: muchas veces, los feos son los mejores amantes.
Un hombre lindo no tuvo que esforzarse nada en la vida para atraer mujeres sin proponérselo. La mayoría de los hombres guapos de verdad son unos tremendos fiascos en la cama. Se echan como Mata Haris, mirando el techo y sin moverse, como diciendo “Vamos, nena, disfruta de mi”. Y no mueven un dedo para seducirte.... ¡sus ojitos verdes ya hace todo el trabajo por ellos!
En cambio el feo se de las tuvo que ingeniar desde chiquito en saber qué quiere una mujer, qué las atrapa, qué las hace vibrar. Los feos son investigadores y conocedores del cuerpo femenino. Algunos muy feos sienten que acostarse con una mujer desnuda es poco menos que un milagro, y no desperdician tal evento. No todos los feos son tan listos, pero si encuentras un feo inteligente, te dará una noche para recordar.
Otra ventaja de los feos es que una vez que te conquistan te cuidan mucho, porque saben que no les resultará fácil hallar otra mujer dispuesta a descubrir sus encantos secretos. Mientras los lindos te ponen los cuernos, los feos son muy fieles, porque no se arriesgarían a perderte.
Y la mayor ventaja de salir con feos es que una vez que te acostumbras a intimar con los menos agraciados, todos los hombres te parecen lindos, te pones menos selectiva y tu vida amorosa se potencia como nunca... ¡y son todos para ti, porque las otras los desprecian!
Muchas mujeres creen que su búsqueda eterna del amor perfecto, el novio lindo, el amante atractivo, es un trabajo de tiempo completo, y que aquellas que renuncian al ideal de varón para conformarse con “el primero que se les cruce y sea algo simpático y pasable en la cama” es abdicar al fino criterio selectivo que caracteriza al sexo femenino . Son las que miran con lástima a la amiga que está de novia: “Ahí va Maria Marta....Pobre, qué sola debe estar, mira el tipo horrible con el que sale...”
Claro que la que critica a María Marta está sola los fines de semana.
Y María Marta está cada día más deslumbrante, porque alguien le está haciendo un lifting a puro beso. Y si le va mal con el feo, al menos tendrá algo nuevo para contar a sus amigas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo me case con un feo, después de 4 anos de casados, se busco una puta y yap.