martes, 23 de septiembre de 2008

Un romance embriagador


Tengo una amiga que conoció un tipo en una exposición de cocina internacional.
Ella dice que fue amor a primera vista : apenas el la vio, la invitó a tomar unas copas.
Pero la verdad es que el era promotor de un stand de vinos .
Ella dice que el la invito a una cita a ciegas, pero en verdad la incitó a una cata a ciegas, que es probar vinos de origen descocido.
En la primera charla el le hablo de crianza y gran reserva. Ella pensó que le habla de sus valores familiares y de sus ahorros, pero en verdad le estaba hablando de vinos viejos.
En la cata el se la pasó hablándole a ella de su fragancia y vivacidad, de su gran cuerpo, de su impresionante personalidad, su madurez y su jovialidad. No de ella , sino de los vinos que el probaba.
Ella pensó que el vino se escupía, pero el le dijo que él jamás lo escupe para apreciar el retrogusto que deja el vino en los que los enólogos llaman el “final de boca” .
Ella pensaba que con el tema del retrogusto el había terminado borracho Especialmente cuando le explicó que los vinos varietales no están hechos con variedades de uvas sino de una sola uva, y que los de corte no son de una sola uva cortada del resto, sino de varios tipos de uvas mezcladas .
Con el ella supo que un buen vino lleva una linda etiqueta con el apellido de un cómico argentino. por ejemplo, un excelente malbec podria ser un Diego Capussoto cosecha 95, podria habre un Cabernet Sauvignon de Bodegas Fabio Alberti , o un Fabio Posca Gran Reserva , o un Chadonnay Pepe Biondi.
Claro que esto de salir con un catador a ella no le hacia mucha gracia. El se la pasaba bebiendo, pero de comer, nada.
Así pasaron unos meses de cita en cita y de cata en cata, luego de los cuales el le dijo que con ella sentía el mismo sabor aterciopelado de un buen merlot, y que su relación tenia un intenso bouquet que prometía madurar hasta llegar a su mejor momento, dado que, como los vinos de guarda, era una relación destinada a mejorara con el tiempo.
Un día el le dijo que pasaba a buscarla para ir a visitar Cunas de Roble.
Ella se ilusionó pensando que el ya estaba planeando tener un bebé.
Pero luego supo que Cunas de Roble era otra vinería.
Así confirmó lo que había leído hacia un tiempo: el vino incrementa los niveles de estrógeno en sangre. Su novio ya tenia hormonas de mujer en las venas.
Cuando esa tarde él terminó la ultima copa de cabernet sauvignon, ella le dijo que la relación ya estaba más que ajerezada, avinagrada. Que todo había comenzado demasiado tempranillo, que ya la historia no era tan bonarda, sino que estaba todo malbec. Le dijo que el tenia buena estructura y robustez, pero que era muy complejo para ella, que su mejor momento ya había pasado, y que ella necesitaba alguien más liviano y con menos taninos. Y ahí le confesó la verdad que venia ocultando desde hacia tiempo:
- Lo nuestro es imposible. Soy abstemia.