viernes, 4 de septiembre de 2009

¿Como saber si estas enamorado?



El poder de las palabras de amor



El japonés Masaru Emoto se hizo famoso por una prueba muy extraña. Pegó palabras de amor a ciertos frascos de agua e insultos en otros frascos. Luego congeló ambos frascos y fotografió los cristales de agua. Así descubrió que el agua de las palabras amorosas se cristalizaba con formas simétricas de estrellas como copos de nieve, mientras que los cristales del agua insultada tenían formas redondeadas y asimétricas. De esto el señor Emoto concluye que las vibraciones positivas forman cristales bellos, y que si los seres humanos somos un 80% agua, las palabras de amor también nos convierten en estrellados copitos de nieve con cristalitos en la cabeza. No sé si las experiencias del japonés han ayudado a alguien más que a aumentar las ganancias de las líneas aéreas que lo llevan a dar conferencias por todo el mundo. Tampoco entiendo por qué él considera que las formas angulares y simétricas son mejores que las onduladas y asimétricas. ¿Será un trauma de la infancia porque de niño lo azotaban cuando cortaba el sushi torcido?
Pese a eso, el señor Emoto sabe que las palabras dulces que salen del corazón – no las fórmulas de compromiso al estilo “Huele usted maravillosamente, señor Kawasaki. Mis ojos saltan de regocijo al verle” – producen un efecto positivo en quien las oye, que a su vez será amable con quien las dice, lo lleva a una escalada ilimitada de cortesía que acabará en ápices fastuosos de generosidad, como que alguien erija una pirámide de Keops en tu memoria y que vaya a hacer cincuenta abdominales al gimnasio por ti.
No hay duda de que un amor durará más si en la comunicación florecen palabras como “ dulce” , “cariño” , “corazón” , “bichito” , “cielo” , “bebé” , “mi vida” y abundan las frases “Eres el mejor”, “Qué buena idea has tenido” , “Me siento tan bien contigo”, “Te quiero tanto”, “No sé que haría sin ti”, “Te amo con todo mi corazón”, La pasamos tan bien juntos”, “Eres mi sol”, “Perdóname”, “No quise herirte”, “No sabes cuánto te lo agradezco”, “Eres tan gentil”, “Te extrañé”, “Qué bueno que estés aquí”. Desde ya , es mucho mejor hablarse así que comunicándose con preguntas. Si te fijas, los peores problemas de pareja nacen de comunicarse con preguntas: “¿Qué hace esta ropa aquí?”, “¿Es que no lo entiendes?”, “¿No tienes nada mejor que hacer?”, “¿Qué tienes en la cabeza?”, “¿Qué has dicho?”, “¿Eres sordo?”, “¿Estás loca?”, etc. Cuando hay intenciones de cuidar la relación, no sólo es inteligente decirse cosas agradables sino que es más inteligente contener la tentación de decir la maldad adecuada en el momento en que haga más daño.
Hay maridos que detestan lo de “amorcito” y “cielito” porque saben que tres palabras después viene el pedido de “vayamos de compras que necesito un vestido nuevo”.También hay maridos que no soportan que les digas “Cuchi Cuchi” porque dicen que así le dice Betty Mármol a Pablo, el de Los Picapiedras.
Y hay hombres que piensan que decirse esas cosas dulces es cursi y reblandecido, y como no te las dice a ti, tú no se las dices a él, cada vez se hablan menos… y no por eso se aman menos.
Así que tampoco creo que la profusión de lisonjas sea la medida del amor duradero.
Pero creo que hay amor cuando tienes la certeza de querer que él se sienta cómodo contigo. Y cuando piensas que si tuvieras que elegir con quién preferirías ser abducida por un Ovni que te llevara a galaxias lejanas para no volver jamás (y ni siquiera puedes pasar por casa a buscar tu cepillo de dientes), lo elegirías a él.
Al menos ya le conoces sus manías y podrías explicarles a los alienígenas que él no deja todo tirado en el Ovni por agresividad terrícola sino porque no puede evitarlo, porque es hombre, y no puede ponerse en el lugar de ningún marciano.


El amor eterno es posible

Los hombres ponen toda su voluntad para hacer las cosas lo mejor posible dentro de los cánones que les han enseñado. Si aceptas que llegan hasta donde han aprendido, esa aceptación produce una ternura que se convierte en agradecimiento y más amor.
Un hombre tiene toda la capacidad de sacarte de quicio por cosas nimias: la manera en que estornuda haciendo un estruendo que se escucha a kilómetros, la manera de marcar su rastro por donde pasa o la costumbre de dejar la mayonesa fuera del refrigerador y arriesgar una muerte masiva por salmonella…y cada una de esas cosas puede ponerte de pésimo humor. Una pareja amiga pensó en separarse porque ella no toleraba que el mirara el partido cuando ella hablaba y él no toleraba que ella hablara mientras el miraba el partido. Pero llega un momento en la vida en común, que si has resistido el tiempo suficiente, ya no quieres separarte de él.
Cuando una pareja está unida, ambos segregan una hormona llamada oxitocina, que es la hormona que produce tu cuerpo para estimular el parto, y que te hace sentir tanto apego por ese bebé como para que no lo mates porque no te deja dormir con sus llantos. Esta misma hormona aparece en una pareja unida, y es la que impide que mates a tu marido porque no te deja dormir con sus ronquidos.
Cuando ya sabes cómo son los hombres y te esfuerzas por aceptarlos con sus taras- porque nada que valga la pena en la vida llega sin esfuerzo- se produce en la pareja el Síndrome de Estocolmo, en el cual la secuestrada ( tú) te enamoras de tu secuestrador. Esto explica que en las peleas más serias ni se te ocurra divorciarte, sino asesinarlo.
Como dice Saint Exupery: “El tiempo que perdiste por tu rosa es lo que hace a tu rosa tan importante. Eres responsable de lo que has domesticado”. Un hombre domesticado es lo mejor que te puedes llevar al Ovni, y lo mejor que te puedes llevar a cualquier otro sitio. Con o sin Ovni, todos somos navegantes en esta gran nave llamada Tierra que ni se sabe adónde nos está llevando ni para qué. Es un viaje bastante solitario, donde vas rodeada de gente muy ocupada en sus propios quehaceres. Así que si estás viajando, más vale hacerlo en la buena compañía de un hombre con el que sientes cierto apego, al que has aprendido a comprender, entender, apreciar y hasta a amar. ¿Y qué es amar?
Una amiga dice que “Amar es cuando te alegra que él llegue temprano a casa”. En la serie Mad about you Helen Hunt le dice a Paul Reiser: “Tú haces que mi vida sea grande y divertida.No se bien por qué. No sé qué otra cosa hacemos aparte de limpiar y quejarnos de que querríamos estar durmiendo. Pero ya estamos acostumbrados a eso. Lo que sé es que tengo mucho para decirte y no me interesa decírselo a nadie más.” Su marido le responde : “Quiero que sepas que en un universo que es un 99% de decepciones, tú eres lo único seguro, eres la prueba de que la vida es buena”.
Toda pareja tiene sus altibajos, sus broncas y diferencias. Lo importante es que entre los gruñidos las quejas y las protestas, haya pausas gloriosas llenas de carcajadas, besos y sonrisas que prueban que podrías vivir sin él, pero que es infinitamente mejor vivir con él.
Recuerda que en cuestiones de amor, por suerte, somos iguales. Los hombres sienten y necesitan exactamente lo mismo que tú: saber que lo aprecias.
Por eso, en vez de quedarte esperando que él te bese, bésalo tú.
Total, durante el beso, no notarás la diferencia.

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