domingo, 31 de agosto de 2008

Asado argentino : cocina de machos


Hay gente que no compra una casa por la casa, sino por la parrilla. Creen que no hay manera de vivir la vida sino es teniendo un fuego cerca, que garantice el encuentro humano amistoso, asado de por medio.Despues capaz que piden unos chorizos por delivery,. Pero la parrilla tiene que existir, especialmente para el macho argentino.
No soy vegetariana, sin embargo, no puedo menos que preguntarme: ¿qué le ven de lindo al asado?
El único momento en que el asado tiene algo de bueno es cuando está adentro de la boca. Hacerlo es un problema
Primero hay que ir especialmente a comprar un arsenal de cosas como carne, pan, carbón y bebidas.
Si uno hace el asado afuera de casa, hay que llevar todo eso -que pesa como el demonio-, más los cubiertos, la ensaladera, la verdura, el aceite, el vinagre y otras cosas que suelen volcarse en las canastas o bolsos antes de que lleguen a destino.
Si el día del asado llueve a cántaros, no sabemos qué cornos hacer con toda esa carne, porque hasta el próximo fin de semana no va a aguantar, al horno queda como suela y en el freezer no nos entra. ¿Y entonces?

Asado argentino, paciencia china

El verano nos condena a la parrilla al aire libre : moscas , humo , calor y calorías , cuando uno estaría pasándola mejor comiendo frescas lechugas y rozagantes tomates.
Hacer un asado en invierno-situación más lógica porque es lindo estar junto al fuego-,pero nos obliga a ahumarnos en un quincho hermético o a congelarnos al aire libre cuando mucho más agradable sería tomar una sopita en el comedor diario de casa, junto a la estufa..
Para hacer el asado hay que contar con un asador sacrificado, que no come nada, se pierde todas las conversaciones, queda todo ahumado y color negro carbón, y con un malhumor terrible, porque no le trajeron a tiempo la sal, ni hojas de papel de diario, ni el cuchillo grande, ni la tabla de cortar...Tampoco le alcanzan un poco de agua, nadie le devolvió el fuentón, ni le alcanzaron el vasito de vino que pidió. Los ojos le quedan inyectados en sangre de tanto mirar las llamas, la ropa se le arruina chamuscada por chispas , y despide un olor a incendio que hace que la esposa no lo toque en tres semanas.
También es necesario contar con una o dos mujeres abnegadas que estén dispuestas a lavar tomates y lechugas, cortarlos prolijamente, llorar con los vahos de las cebollas, poner la mesa y espantar moscas durante todo el arduo proceso.
Y un asado no es tal sin la participación pasiva de varios holgazanes hambrientos, que se sientan con una paciencia china a esperar que después de tanto humo en la cara y tanto olor a asado, les llegue al fin la ansiada hora de saborear el primer pedacito de chorizo.
Pero cuando llega ese momento, lo que pasa es que todos están podridos de esperar. Y mientras esperaban, estuvieron comiendo tanto pan, morcilla cruda, salamín y queso, que al primer chorizo ya están llenos a reventar y no quieren más asado.
Para no ofender al insistente asador, que ya hace una hora que se está ahogando y enrojeciendo los ojos con tanto fuego cercano, todos acumulan en sus platos pedazos de carne que no prueban, lo que además de poco económico es antiecológico.

El nene no me come

Como los niños no suelen tener el alma sacrificada de los mayores, desconocen el significado de la palabra "cortesía" y les importa un bledo quedar bien o mal, rasi hay que atarlos a la mesa hasta que llega la carne. Y al primer trocito de chorizo -y después de tres cuartos de litro de Coca Cola en la zapan- rajan a jugar como torpedos. En vano los padres intentan hacerlos volver a la mesa porque "ya llegó el vacío" o con los pretextos: "este pollo está riquísimo", "vení que te guardé una morcillita para vos", "sentate que el chinchulín es una delicia".
Ningún chico es tan tonto como para pasarse tres horas sentado comiendo, a la espera de que llegue más comida.Otra cosa inmunda y típica de los asados son los famosos "platitos para los huesos" que los comensales se pasan uno a uno solícitamente, poniéndose delante de las narices una pila de trozos de carne cruda mal cocida -y devuelta-, trozos carbonizados, piolines de chorizos y huesos chupados... ¡y eso mientras una está masticando! Después, encima, dejan esa porquería depositada delante nuestro, sacándonos así el hambre para el resto de la semana. ¿Acaso ellos usan la bolsa de la basura como centro de mesa? Lo pienso y... ¡ajjjjl

Un final repugnante

Pero lo peor de todo es cuando el asado llega a su fin.
Todos están que revientan de carne, menos el asador, que a la hora de sentarse muerto de hambre encuentra todo frío y duro como un cascote. Las botellas de vino lucen su estado de vaciedad con total desparpajo. La mesa parece que hubiera sido un campo de batalla: pocas cosas son más desagradables que un sucio mantel post-asado. Vino derramado, grasa de morcilla, un cacho de carne por ahí, un trozo de chorizo semimasticado y escupido por allá, migas de pan por doquier ...Si no fuera porque cuesta plata, daría ganas de hacer un bollo con el mantel y tirar todo a la basura.
A la hora de levantar la mesa todos se hacen los distraídos excepto alguna mujer abnegada que levanta los platos grasientos y cubiertos chorreantes. Y sigue haciendo una pila con los restos de comida, puchos, y servilletas de papel. A esa altura a mí ya me dan ganas de vomitar. Sin embargo, ella apila los platos, los lleva a la pileta y con una sangre de horchatas que ni la Madre Teresa de Calcuta, se dispone a luchar con los pegotes de grasa de platos de madera porosa, que se aferran a la mugre como diciendo “ ¡ Esta grasa es mía!”
Siempre hay un nabo que dice: "Che, a esta mesa habría que pasarle un trapo" pero él no amaga a hacerlo. Y termina haciéndolo la resignada de siempre, la mismita que lavó los platos porque "alguien tiene que hacerlo". Un premio debieran darle.

Sólo los machos asan carne

Otra cosa repulsiva del asado es que uno ya terminó de comerlo hace cuatro horas, y de lo que realmente tiene ganas es de un buen té con masas. Sin embargo, tiene que seguir aguantando el penetrante olor a asado. Si se hizo en su casa, más vale que sueñe con achuras porque tendrá el tufo en su dormitorio durante toda la noche, el día siguiente y un poquito más. Y lo peor es desayunar con olor a grasa quemada .
El asado es caro, sucio y aumenta el colesterol. Ojo, creo que es la comida más rica que hay y que es lo único que uno tienen ganas de comer cuando tiene hambre de verdad. Pero asi como es de rico, el ritual de hacerlo es impráctico y engorroso. La gente se engaña con lo de “tiramos algo a la parrilla y listo” . No es asi: hay que vigilarlo y responsabilizarse por el destino de cada provoleta, chorizo y chinchulín.
Si llueve no se puede hacer, y si paró de llover nos embarramos y morimos de frío mientras lo comemos deseando estar en casa, bajo techo.
El asado interrumpe los juegos, los deportes, los planes para ir a pasear. Es una actividad tan sedentaria como pasar expedientes a máquina en la oficina. O sea que uno cría sebo mientras come sebo...Y no es sexy porque deja olor y grasa en dedos y ropa, y cae muy pesadao para pensar en otra cosa que no sea una siesta de leones carniceros en la sabana africana.
Pero los hombres están determinados a hacer asados. Una casa sin parrilla no es su hogar. Lo primero que compran al mudarse es la parrilla. Y son capaces de ponerla en el lavadero, sobre el lavarropas , o en un patiecito de 2x 1 a riesgo de chamuscarnos las sábanas colgadas nuestras y las del vecino, con tal de ver fuego en sus casas.
¿Por qué tanta fijación con la carne asada? ¿Son piromaníacos los varones, o su primitivismo animal les lleva a disfrutar de ensartar carne sangrienta descuartizada en lanzas filosas y pinchos agudos?
Sucede que para los hombres, el asado es un rito de machos. Carne sangrienta, hierros al rojo, brasas ardiendo, cuchillos deslumbrantes, armas blancas, fuego…¡ hacer el asado es como ir a una mini- guerra entre neardenthales , es cocina peligrosa! ¿Y qué hombre no quiere pasar un riesgoso entre sangre y llamas para que luego todos aplaudan su regreso victorioso, con el animal vencido en un plato, con aquello de “un aplauso para el asador”?
Pocas cosas en la vida le dan a un varón la certeza absoluta de su virilidad. Ni siquiera el sexo.
Lograr un buen asado es como un gol, una de las mayores satisfacciones , el triunfo sobre la muerte, la medalla al Gran Macho. Es cocinar con riesgo, entre llamas, en un pequeño incendio del que sale invicto . Si sale de la contienda sucio, tiznado y grasoso, tanto mejor.
Y si la carne se quema, la culpa nunca fue de el. La culpa fue tuya, `por haberle hablado justo cuando tenía que dar vuelta los chorizos.
Y si la carne es dura, la culpa es tuya y del carnicero, que te vendió“ cualquier verdura”..


1 comentario:

Minombresabeahierba dijo...

Yo me ocupo de llevar el buen vino, que los veterinarios se ocupen de la carne asi siven para algo. Mientras el asador se ocupa de la parrilla y las viejas de la lechuguita, yo acompaño a las damas en su soledad.. besos