domingo, 22 de febrero de 2009

¿Por qué los hombres llenan los bares y están siempre en el baño?

"Reconoce tus errores antes de que otros los exageren." -Dr. Andrew Mason.

¿Por qué los hombres frecuentan los bares?

Hace poco pasé por un bar, y me sorprendió ver tantos hombres en un mismo sitio: un bar sucio, mal iluminado, donde ellos miran fútbol de una pantalla grasienta. Todos los hombres mirando fijo a otros hombres, mientras las calles están llenas de mujeres solas que se preguntan dónde hay hombres. ¿Son gays, misóginos, o qué?
Le pregunté a un amigo por qué los bares del mundo están llenos de varones que miran partidos de fútbol mientras se llenan de cerveza. ¿Son solterones sin remedio? ¿Por qué se quedan encerrados allí, mientras miles de mujeres solas están esperando conocer hombres?

- Todos esos hombres que llenas los bares son casados, tienen familia.- me dice mi amigo.
- ¿Y que hacen ahí, en vez de ir a sus casas?
- Los hombres vamos a los bares porque en casa no nos quieren.
- ¿Cómo que no los quieren?
- En nuestro propio hogar no tenemos un lugar propio...Si llegamos a casa mucho antes que de la hora de la cena, nos van echando, porque uno molesta adonde esté.
Si enciendo la tele, me preguntan si no tengo nada mejor que hacer. Si abro la heladera me dicen que no “picotee” antes de la cena. Si decido arreglar una lámpara colgante, protestan porque pongo la escalera donde hay que pasar la aspiradora, Si juego con el perro, me dicen que no ensucie el living. Si le hablo a mis hijos, me dicen que no los distraiga porque tienen que estudiar. Si le hablo a mi esposa me dice que me calle, porque está escuchando algo en la radio o el ruido del hervor de la salsa...Así que ya ves: no puedo hacer nada en casa. Si enciendo un cigarrillo es el fin del mundo porque quiero matar de cáncer a toda la familia y si tomo un trago les doy mal ejemplo a mis hijos. Nada de lo que haga yo en mi casa es aceptado, ni siquiera relajarme…Así que lo mejor es irse al bar a mirar el partido de fútbol.
Me quedé pensando en la condición masculina. Y llegué a la conclusión de que es cierto: nadie sabe dónde poner a un marido.
Pero el hecho de que no tengan sitio en su propia casa, es algo que ellos mismos se han buscado.
En primer lugar, la casa misma rara vez es elegida por el hombre. En cualquier oficina de venta de propiedades inmuebles te cuentan que son las mujeres quienes decidan la compra o la casa a alquilar. En segundo lugar, ellos son los que menos están en casa.
Las cosas – y las casas - son de quien las usa. Si la esposa usa más la casa que él, la casa es mucho más de ella que de él.
Los maridos se quejan de que en casa ellos sólo pueden ocupar un 0, 01% del espacio total para guardar cosas. Pero si ellos están en casa el 0, 01% de su tiempo… ¿no es ese el espacio que merecen? ¿Por qué ocupar placards y armarios enteros con ropas, botas, raquetas y cañas de pesca de un hombre solo los usa un domingo cada seis meses?
Además, los hombres no hacen nada por su lugar de residencia.
Es raro que pinten, cocinen, ordenen, lustren, o limpien su hábitat… ¿Por qué habrían de merecer un sitio más amplio?
Una cosa es si tu marido construyó la casa con sus propias manos, y en el proceso se hizo su propio estudio o su propio hogar de rocas y leños. Pero la mayoría de los maridos ni siquiera pintan las paredes, ni reparan un enchufe, ni cambian una lamparita, lo que prueba que -por regla general- el macho de la casa no cuida su guarida.


Revistas en el baño

Al no estar en casa, los hombres desconocen las reglas internas del uso de la misma, como “Papá, sal de ahí, que esa es mi silla”, “Sal del medio, que no dejas pasar”, “Muévete, cariño, que ese sofá es el único lugar donde puedo coser con buena luz” hasta llegar al muy directo “¿Qué pasa que te quedas? ¿Hoy no trabajas? ¿No puedes irte a otro sitio?”.
Muchos hombres se sienten echados de su propia casa. Por eso, la mayoría acaba tumbados en la cama con el control remoto en la mano, .haciendo zapping. A las mujeres esta visión del hombre mirando tele nos resulta tan deprimente que acabamos diciendo:
“Ey, ¿No tienes nada mejor que hacer?”
Y el jamás responde “ No, ¿ por qué? ¿quieres que haga algo?” , porque las mujeres, con tal de verlos activos, somos capaces de mandarlos a cascar nueces, a lavar un perro limpio o a acomodar los libros de la biblioteca por orden alfabético. A los maridos habilidosos les espera una fila de electrodomésticos descompuestos para revisar. Astutos., ellos no dicen nada , o se refugian en esas cuevas de inmundicias que son territorio masculino llamadas garages . Algunos hacen como que están ordenando, buscando algo o guardando tornillos, pero en verdad se ocultan entre la vieja mecedora, la cuna desarmada y un neumático viejo, en el sector más oscuro, para que no los mandes a cascar nueces.
Cuando una familia se habituó demasiado a que papá no esté, cuando está incómoda.
Al no participar activamente en las cosas de la casa, nos preparan tanto para su ausencia, que es como un entrenamiento para la viudez. Y finalmente acabamos tan acostumbradas a estar solas, que cuando el llega a casa – para mirar qué hay en la heladera – una ya siente que él haría bien en sacar la basura, paseara el perro e irse a jugar al tenis, o las tres cosas a la vez.
La verdad es que una nunca sabe donde poner un hombre. Son anchos, altos, pesados, calzan zapatos muy grandes. Se chocan con todo, atropellan los muebles, taponan las puertas de entradas y salidas, y dejan sus cosas tiradas donde tú acabas de limpiar.
En suma, molestan. .
Es por eso que pasan tantas horas encerrados en el baño con revistas.
Es el único lugar donde pueden estar tranquilos sin que nadie los moleste. Allí tienen un trono y pueden sentir que son reyes. Especialmente cuando su mujercita les dice:
- Oye, mi rey …¿ te costaría mucho reponer el papel higiénico?

2 comentarios:

Fernando dijo...

Querida dama: Me he leído la mayor parte de sus entradas, y quiero decirle que está generalizando sobremanera la situación. Se fija en un par de hombres del montón para generalizar la conducta de todos los demás. Yo soy hombre, y soy más limpio, hacendoso, mejor cocinero, sensible y comunicativo que muchas de las mujeres que conozco en mi vida (y no, no soy gay). Debe usted de comprender que hay de todo en la viña del señor, y lo que pasa es que usted o sus amigas han tenido la mala suerte de encontrar a esos cromagnones andantes, pero no todos, repito, no todos somos así. ¡Por amor de dios, que un hombre me apoye!

Anónimo dijo...

creo q la mayoria de los hombres y mujeres muchas veces no estamos conformes con lo q tenemos al lado y siempre buscamoos ser poseedores del otro...liderarlo, yo tgo mi pareja q me ayuda acompaña salimos juntos y lo q me molesta es q de vez en cuando salga con sus amigos a algun bar...y vuelva a las 5