Por Ana von Rebeur
Vasijas pornográficas
El sexo siempre existió,
interesó a la gente e inquietó a los artistas. Afortunadamente, porque si no
fuera así no habría nadie para contarlo.
En todas las épocas existió el
arte sexual, erótico y hasta pornográfico. Son famosas las estatuas hindúes que
representan escenas de alto voltaje erótico, los frescos pompeyanos que
muestran fiestas bacanales, las acuarelas chinas de emperadores retozandos con
sus favoritas y los poemas eróticos egipcios
donde el faraón alaba las tetas de su hermana
La
moral puritana y evangelizadora que reinó en el mundo escondió durante siglos
las muestras de arte erótico, no vaya a ser que al verlos se nos ocurriera
experimentar con posiciones sexuales precolombinas o de la era
precristiana.
Bolivia y Perú estuvieron
poblados desde el año 20.000 antes de Cristo, pero las únicas cerámicas que se
conservan bien datan de alrededor del año 200 d.C.-en el apogeo de la cultura
moche- y de poco antes de la era cristiana ,época de la cultura nazca.
Las costumbres sexuales de
los Incas no es tema que se estudie en las escuelas porque ya sabemos que la
educación secundaria reside en explicar todos los tramos más anodinos de la
historia de la manera más aburrida posible, con la idea de que los alumnos se
convenzan de que no vale la pena estudiar y de grandes se dediquen a cortarnos
el césped, lavar nuestros toilettes y a pasear nuestros perros.
Es por esto - y que para que
nadie piense que el sexo es algo antiguo y natural, sino más bien un invento
moderno de jóvenes pervertidos - los mismos museos tenían guardadas las piezas
de cerámica más sexys bajo siete llaves y lejos de la vista de la gente.
Recién en 1959 el Museo de
Arte de Lima, Perú, se animó a sacar a la luz las piezas de cerámica de
temática sexual . Cuando las pusieron a la vista del público, muchos
historiadores pusieron el grito en el cielo diciendo que se desprestigiaba la
cultura moche mostrándola como un pueblo de "costumbres depravadas".
La verdad es que temían que
el público se calentara mirando una vasija de barro con la forma de varias
parejas enredadas en una orgía, o de un pene tamaño natural rodeado por una
docena diminutas figuras femeninas que lo idolatran de rodillas.
Y también temían que se
revelara la exagerada importancia que la cultura inca le da al miembro viril.
¿Pero qué cultura no se lo da?
Mujeres desnudas y hombres cubiertos
Las figurillas eróticas
incas muestran que aunque pasen los siglos, todo sigue igual. Así como en el
cine, la publicidad y la fotografía artística a las mujeres siempre se las
muestra desnudas mientras que los hombres siempre conservan un pudoroso slip, en
el arte erótico peruano ellas también aparecen siempre desnudas y los hombres
están bien cubiertos.
Es fácil adivinar que el
sometimiento femenino de acceder a mostrar sus partes íntimas viene de lejos,
mientras que los hombres se cuidan muy bien de revelar el calibre de sus
miembros viriles. En todas las civilizaciones, los esclavos atienden semidesnudos
a sus amos, mientras que el patrón siempre anda bien cubierto.
La imposibilidad de los
hombres de ser retratado desnudo a través de los siglos y en distintas
manifestaciones artísticas se debe al inquietante tema de evitar que se
descubra el tamaño de sus atributos sexuales.
El asunto es así: si el
artista - sea renacentista o del antiguo imperio inca - tienen que reproducir
los genitales masculinos, siempre titubea pensando : “¿Le hago un pene grande , y entonces me acomplejo porque el mío es
chico? ¿ O le hago un pene chiquito, y
entonces todos se reirán de mí ( que soy el modelo) y de mi obra ?”. El
dilema creativo era tal , que el artista terminaba disimulando el pene detrás
de un pliegue de la ropa, o de una hoja de parra, para que nadie se ofendiera y
él no se sintiera menoscabado .
Los artistas
incas también pasaron por ese dilema , al igual que los actuales directores de
cine, que sólo optan por mostrar muy raras veces los glúteos de un actor, pero
nunca su delantera.
En las antiguas culturas
aparecen falos a montones, pero siempre sueltos , no pegados al cuerpo del
propietario, de manera tal que uno no tenga referencias, y no pueda saber si el
dueño la tenía grande o pequeña.
El espíritu de cuerpo que
tienen los hombres ( recuerden que hace siglos que forman ejércitos ) hace que
se defiendan mutuamente evitando que ninguno de ellos traicione al resto
revelando el verdadero tamaño de sus partes íntimas. Y cuando aparecen fotos o
películas porno con protagonistas excepcionalmente bien dotados, todos los
hombres opinan que ese es un tamaño “anormal”: “¡Eso es un truco fotográfico!” , “Eso es una prótesis” , “ Este hombre está enfermo”, “¡Nadie puede tener algo así de grande!”,
dicen ellos, para consolarse.
Si nadie
cree que existan los tamaños “extra large”, estos no representan ninguna
amenaza a la autoestima de los “small”y “medium”. Mientras tanto, el señor de
la foto la pasa genial disfrutando de un enorme éxito entre las esposas de los
escépticos, dado que ellas sí creen que pueda existir algo tan grande .
Los hombres se cubren para
ejercer su supremacía.
Pero esto no es un atributo
de los incas. En Oceanía también los hombres hacen complicados ritos masculinos
del que excluyen a las mujeres para que ellas los crean más importantes de lo
que son. Y en el extremo sur del mundo, las ya extinguidas mujeres selknam de Tierra del Fuego debían
tolerar muestras de prepotencia masculina en el rito anual del hain, convencidas por los hombres de que
si las mujeres recuperaban al supremacía de antaño ( las leyendas hablaban de
un antiguo matriarcado atroz), las demás imitarían su rebeldía y sobrevendría
el caos.
“Ellas
sabían bien que todos eran trucos y disfraces para asustarlas, pero se cuidaba
de dejar ver a los hombres que conocían el secreto , temiendo ser agredidas- o
despreciadas- por estos”, dice la doctora Anne Chapman del Centre National
de la Recherche Scientifique de Francia en su libro “ La vida de los Onas”. No
hay diferencia entre esta discreción femenina antigua y el recato femenino en
el mundo actual, en el cual las mujeres periodistas hablan de meteorología y
moda mientras dejan que sean los colegas varones los traten los temas
trascendentes. como política y economía. Las mujeres modernas tampoco comparan
a viva voz el tamaño de los penes de sus maridos con el de sus ex
amantes…sabiendo que si lo hicieran sobrevendría la catástrofe en su propio
dormitorio.
En teatros, cines y revistas
seguimos viendo mujeres que acceden a posar o actuar desnudas sin exigir a lo
mismo de los hombres.
El mundo nos ha hecho creer
que los penes son importantes. Pero todos sabemos que un pene sólo vale algo en
su fugaz estado de erección. El resto del tiempo, si nos dan a elegir entre un
pene y un dedo, todos preferimos un dedo... que es lo que usualmente reemplaza
al pene cuando este no funciona.
Pero la cultura nos sumerge
en una confabulación falocrática y opta por la malo de los decoradores de
interiores : “A lo que es feo o inútil, ocultarlo”.
Los incas también pasaron
por esto , y como resultado, los hombres aparecen vestidos y las mujeres fueron
retratadas desnudas desde los cuatro puntos cardinales.
Igual
que en las fotos de cualquier revista de actualidad.
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