"Un estudio del Washington Post dice que las mujeres tienen mejores habilidades verbales que los hombres. Yo solo quiero decirle a los autores de ese estudio: Uh."-Conan O'Brien
Optimum est pati quod emendare non possis. ("Cuando no se puede corregir algo, lo mejor es saberlo sufrir.") Seneca
Hombres silenciosos:
“Mi marido no me habla”es el motivo de queja de la mayoría de las mujeres. Esperas que llegue el final del día para reencontrarte con él, y cuando le preguntas cómo le ha ido, él te responde “Bien” y enciende la tele. Si quieres hablar con el a la mañana, se escuda detrás del periódico. Una cantidad enorme de mujeres se separan de sus maridos, hartas de sentirse rodeadas de silencio. Pero así no resuelven nada, ya que con cualquier otro nuevo amor se repite la misma historia: “Mi primer marido no me hablaba. El segundo, me habla menos.”
Tampoco es que ningún hombre habla. Muchos hablan tanto que no te escuchan.
El problema es que para los hombres el silencio es paz y relax, y para las mujeres el silencio es tedio y problemas. ¿Qué mujer puede- como hacen ellos - mirar televisión con un amigo, en total silencio por horas sin pensar "Debe estar enojado conmigo”?
Asumir que los hombres no saben dialogar como las mujeres es lo primero que debes tener en cuenta para poder congeniar con ellos.
Pero hay trucos para hacerlos hablar, que ahora te diré
Pobrecitos sus cerebros
No puedes enojarte con un hombre porque no te hable, porque si no puede hacerlo es porque tiene el cerebro dividido. Ya se sabe que el hemisferio cerebral izquierdo es el de la imaginación, la creatividad, la central procesadora de emociones, mientras que el derecho es el cerebro práctico, el de la coordinación psicomotriz (útil para los deportes), el que calcula riesgos y medidas a tomar, y el de la razón.
Entre medio de los hemisferios cerebrales está el cuerpo calloso, que es un grupo de conducciones nerviosas que sirve de puente entre ambos lados. Esta parte del cerebro es mayor y está más desarrollado en la mujer, lo que implica una mayor capacidad de comunicación.
Las mujeres tenemos un cerebro más unificado, más globalizado. O sea que las mujeres podemos razonar y sentir al mismo tiempo —y colar los fideos y atender el teléfono—, y podemos expresar con palabras lo que sentimos. Tenemos muchas más neuronas dedicadas al lenguaje y a la observación de emociones ajenas Usamos ambos hemisferios (lo que favorece la capacidad verbal) y esto nos permite realizar tantas acciones a la vez, que necesitamos comunicarnos para liberar tensión.
Los hombres, en cambio, en lugar de un puente de carne entre ambos hemisferios, tienen un enorme abismo. Los hombres razonan o sienten. Como no puedes pedirles que hagan ambas cosas a la vez, o hablan, o piensan. De ahí que nuestra famosa pregunta "¿en qué estás pensando?", sea inevitablemente respondida por los hombres con un parco "en nada". ¿Es que ponen la mente en blanco en segundos, cuando a nosotras nos llevaría años de entrenamiento en meditación con un monje tibetano? ¿Cómo se puede pensar “en nada”?
La neuropsiquiatra americana Louann Brizendine - de la universidad de Yale, autora de “The Female Brain” (“El cerebro femenino”) - afirma “las mujeres tienen en el cerebro autopistas de ocho carriles para procesar emociones, mientras los hombres tienen un sendero de montaña”. Nuestras emociones son Ferraris, la de ellos, carretillas.
Como los hombres hablan poco, las mujeres piensan que hablan en clave. Y se obsesionan por decodificarlos como si fueran jeroglíficos egipcios, tratando de descubrir qué habrá querido decir él cuando dijo tal cosa. Y en verdad los hombres nunca te quieren decir “algo”; te lo dicen, o no te lo dicen. Los hombres no son complicados, sino obvios. Cuando los ves callados, con la mirada perdida, no están meditando en el futuro de ambos: están con la mente en blanco, pensando en nada .Así que ya sabes: si un hombre no te dice nada, no es que esté enfadada: es que no tiene nada que decir.
Entonces, ¿por qué quieres que te hable?
¿Qué hay que hablar tanto?
Las mujeres en cambio, pensamos tanto, que la única manera de callar ese barullo mental es pensar en voz alta, largando todo afuera. Necesitamos hablar para comparar lo que pensamos con lo que piensa otro, y para que nos ayude a tomar decisiones con sus respuestas. . Si un hombre nos responde a todo “Ajá”, no nos ayuda en este proceso, y nos empezamos a impacientar. ¿Por qué queremos hablar las mujeres? ¡Para sentir que pertenecemos a la especie humana! ¿Si no, que diferencia habría entre dos camellos y dos personas? ¡Las personas hablan! Salvo tu marido, que tiene más de camello que de persona…
.Por eso muchas mujeres, para saber si él las escucha, les preguntan cada tanto “¿me estas escuchando?”. Y cuando él dice “claro que te escucho”, los ponen a prueba diciendo “A ver repíteme todo lo que acabo de decir”. Y ellos lo repiten como un loro, sin percatarse del significado de las palabras: “has dicho “me enamoré de mi profesor de tenis y vendí tu auto para irme con él a conocer París… ¿Ves como te escuch…? ¿Ehhh? ¿QUE HAS DICHO?”
Conversar es revelarle al otro lo que pasa en los rincones más recónditos de tu cerebro. Es un acto de intimidad. A ellos, la intimidad lo asusta: A las niñas se les regalan bebés de juguete, perritos, ositos y muñequitas decoradas con corazones. A los niños se les regalan ametralladoras y robots… ¡y ningún corazón! Los niños crecen perdiendo contacto con sus sentimientos. Por ende, todo acto de intimidad – sea una conversación, una relación sentimental o una noche de sexo- los compromete en un área oscura que no saben manejar, la de las emociones.
Desde pequeños, los hombres buscan diferenciarse de la madre, demostrándole que son bien distintos y hasta superiores a ella. Lástima que como no crecen nunca, llevan esa actitud a todas sus relaciones con las mujeres, confundiendo a sus parejas con madres postizas. Es por eso que apenas llega te dice “¿Qué hay de comer?”, a lo que – para hacer juego con esa pregunta tan infantil - habría que responderles: “Hoy no tuve tiempo de cocinar, así que te amamantaré”.
Conversar significa exhibir dudas. Los hombres se resisten a ir a un analista porque eso también significa hablar, y reconocer que necesitan ayuda. Como dice John Gray: “Cuando un hombre no encuentra solución, busca una distracción”[CVK1] . Y para ventilar sus problemas, se van a jugar al billar.
Los hombres siempre quieren llevar la conversación al terreno de lo concreto, que es lo que pueden dominar. Cuando les queremos contar acerca de algo que nos conmueve, nos contestan con un chiste, que es lo que sí puede dominar.
Cuando les contamos un problema para que nos den consuelo, nos dan consejos prácticos, que nos hacen sentir que nos creen tontas. Las mujeres les hablamos a los hombres con el hemisferio cerebral derecho, el de la sensibilidad, y ellos nos responden con el izquierdo, el de la practicidad.
Para colmo, las mujeres no son escuchadas en nuestra cultura patriarcal. Tal vez esto se deba a que durante siglos se supuso que no teníamos nada importante que transmitir. Somos constantemente interrumpidas o parafraseadas, sin que nos den el crédito de los que dijimos. A mi me ha sucedido: hago un chiste ante un grupo de hombres, y todos lo ignoran, hasta que uno de ellos lo repite con su vozarrón de macho, y todos le festejan a carcajadas la que era mi ocurrencia. Si digo “¡Oigan, esa broma era mía!”me miran espantados como diciendo “¿Cómo se te ocurre? ¡Los chistes los hacemos nosotros!”. Para ellos, la mujer con sentido del humor no es la que hace chistes, sino la que se ríe de los chistes que ellos hacen.
Los hombres no dialogan: intercambian monólogos compitiendo entre ellos. Aun los que hablan de jardinería terminan diciendo “Mi orquídea es más grande que la tuya”
Ellos hablan de negocios o de cosas concretas… ¡pero nadie logra animar una fiesta contando como destapó el inodoro!
Las mujeres son especialistas en el arte de la conversación porque históricamente se encargaron de que lo niños quieran sacar sus pensamientos afuera para que aprendan de una vez a hablar. También estimularon a todos a compartir necesidades y deseos, y llevan las conversaciones al área de las coincidencias mutuas, ya sea para mantener la armonía del grupo, para que todos coman lo mismo y vayan al mismo cine.
Así las cosas, tu marido llega a casa y te ve con el teléfono en la oreja, poniéndote al día con una amiga. Por señas, él te pide que dejes de hablar con tu amiga. Pero no lo haces, porque aunque lo hagas, él no te hablará. Él no entiende qué es esa manía mujeril de “ponerse al día” La vida es un chispazo minúsculo en los miles de millones de años de vida de nuestro planeta, el ser humano es casi un recién llegado a un planeta insignificante y vulgar, que en unos pocos millones de años más estallará tragado por el sol… ¡pero dos amigas tienen que ponerse al día para saber exactamente qué le pasó a cada una en el tiempo en el mes en que no se hablaron!
¿Qué pudo haber pasado en treinta días?
La verdadera pregunta es: ¿Qué no pudo haber pasado?
Las mujeres hablamos mucho, es cierto. Pero lo hacemos para reflexionar en voz alta. Es como que, escuchándonos a nosotras mismas, podemos pensar mejor que rumiando en silencio, como hacen los hombres. Contar las cosas a una amiga cobra doble significado, porque al relato en sí se le suma la cara que pone ella y los comentarios que hace ella, que hace que lo que hemos vivido sea más real y divertido.
En una reunión reciente de amigas, estuvimos una hora y media hablando solamente de hemorroides, propias y ajenas. Luego volvimos a casa y los maridos preguntaron:
- ¿Qué tal la pasaste con las chicas?
- ¡Genial!
- ¿De qué hablaron?
- ¡De hemorroides! ¡No sabes cómo nos hemos divertido!
No se puede describir la cara que pone un hombre con esas repuestas.
La antropóloga Helen Fisher afirma en “El Primer Sexo” que “las mujeres bromean con historias y anécdotas: revelan secretos menores sobre ellas mismas y a menudo se burlan de sí mismas. Estas referencias personales y esta autoburla deja helados a la mayoría de los hombres. Para ellos, esta forma de bromear es inútil y patética. Consideran a las revelaciones personales como algo enteramente inapropiado para el entorno: revelar la vida personal equivale a ser débil y vulnerable.” Fijate que si hablas de las vidas de otros, ellos no quieren escuchar, porque lo consideran un chismerío. Y debes explicarte que preocuparse por los demás no es “entrometerse en sus vidas”.
Ellos, incapaces de comprender para qué tanta comunicación permanente, nos llaman cotorras, cotillas, chismosas, parlanchinas... ¡y mueren siete años antes que nosotras, por no sacarlo todo afuera! Las mujeres hacemos terapia a través de una charla entrañable con las amigas, esas que siempre nos escuchan con toda la atención del mundo. La misma atención que jamás obtendremos de nuestro amor, que generalmente analiza con más interés el contenido de nuestro refrigerador que el contenido de nuestro corazón.
¿Qué importa que no nos comprendan? ¡Nosotras nos divertimos en grande!
He aquí el secreto de la felicidad: un hombre en tu cama y una amiga al teléfono.
Tres maneras de hacer hablar a un hombre
Es tu primera cita con él. El te gusta. Te invita a cenar a un restaurante italiano. Empieza a hablar de sus alergias o de cómo convirtió un galpón en un taller de pintura de automóviles. Como te gusta, disimulas los bostezos y te esfuerzas en mirarlo atenta a los ojos, y haciendo comentarios amables como “¿De veras?” o “¡Qué increíble!”. El habla y habla, mientras se le enfrían los fideos. Tú te limitas a fingirte divertida. Intentas hablar, pero mientras tú hablas, él se concentra en sus fideos. Así, el vuelve a casa sintiendo que ha estado con la mujer más interesante del mundo, porque sabes escuchar, aunque de ti aún no sepa nada Así es como lo has enamorado.
Hoy, diez años más tarde, convives con él y lo quieres. Es más: hasta te invita a una cena romántica, cosa que muchos maridos no hacen. Pero mientras llega el camarero, él sigue hablando de sus alergias. Tú tratas de sacar otro tema y él te dice “No me interrumpas, déjame terminar de hablar.” Hablas de otras cosas y no te sigue, como si le hablaras en finlandés. Entonces comienza a hablar otra vez de algo sobre pintura de autos. En verdad, ese tema es tan recurrente que ya ni lo escuchas…Le dices que pida la cuneta y te dice “Siempre dices que nunca hablo, pero cuando hablo me haces callar”.
A esta altura, un hombre de maravillosa conversación es quien te dice “Bueno, ya basta de hablar de mi. Hablemos de ti: ¿qué opinas tú de mi?”
¿Cómo se resuelve este dilema?
Cambiando tú la manera de comunicarte con él, de estas maneras:
1) Háblale de cosas concretas que requieran acción:
Debes tener presente que los hombres son gente de acción, competitivos, que buscan resultados y soluciones. Entonces no le hables de sentimientos, esperanzas ni sensaciones, sino de cosas que requieran resolverse con la acción.
Así que si el te invita a cenar al romántico restaurante italiano a la luz de las velas, debes hablar de lo práctico, de las cosas que requieren acción y virilidad, como por ejemplo: “¿Cómo haremos para destapar el inodoro en casa?”.
2) Muestra interés en él, en vez de esperar que él se interesen en tus cosas:
Ten en cuenta que a ellos les cuesta horrores mostrar interés en tus cosas, así que no te queda otra que mostrar interés en las cosas de ellos. Por ejemplo “¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con dar doble mano de pintura a un auto?”. No te tientes llevando el tema a lo que a ti te interesa, como con quién sale su socio, o si la dueña del Audi se reconcilió con el marido, porque él empezará a aburrirse en una conversación que venía perfecta hablando de solventes y diluyentes varios. Recuerda que estás ahí sólo para hacer que él se sienta fascinante, tomar vino y mirar el reloj a ver cuando llamas a tu amiga… ¡no para que él te comprenda! Ellos funcionan así, desde pequeños. Te lo digo como madre: con mis hijos varones no logro hablar de otra cosa que no sea fútbol, así que he debido informe al respecto para poder comunicarme con ellos. Y a mi hombre no le interesa el fútbol…
3) Sé su compañera, no su madre ni su maestra
Muchas veces él comienza a hablar y tu empiezas a corregirlo por cómo dice tal cosa o por que lo que cuenta que ha hecho debía hacerse de otro modo. ¿Quisieras que tu hombre te dijera cómo hacer algo mejor y en qué te equivocaste? No, sólo quisieras que te escuche. ¿Entonces cómo vas a corregirlo todo el tiempo, indicándole como expresarse o diciéndole lo que hizo mal? Si lo corriges y criticas, es lógico que el piense: “mejor no le cuento nada”
4) Sé paciente con los tiempos masculinos
Las mujeres hablan tres veces mas palabras que los hombres por día. Si la charla es amena, ellas se aceleran y hablan más, mientras los hombres se están esforzando para encontrar las palabras correctas. Como él no está dotado para conversar, le lleva el doble de tiempo formular algo para decir. Déjalo pensar, no le preguntes “¿Y? Estoy esperando…”. No insistas en que él hable más: se cerrará porque le cuesta horrores expresar lo que quiere decir. Tampoco sucumbas a la tentación de completar con tus palabras las frases que él deja incompletas, como cuando él dice “Yo pensé que él me estaba…” y tú completas “…que te estaba estafando, claro”. Aunque aciertes y fuera eso lo que él quería decir, no le estás demostrando que lo comprendes, sino que le quitas estímulo para formular frases enteras. ¿Para qué esforzarse, si tú ya has completado la idea?
Si quieres hablar de algo puntual, es mejor que le anuncies “No me tienes que responder ahora, podemos hablar de esto mañana o pasado”, y que él vaya rumiando la respuesta hasta que esté listo para hablar. Si ves que se agota en medio de una charla, dile “dejamos aquí y seguimos otro día”. Él te lo agradecerá, especialmente si son las tres de la mañana y él debe levantarse a las seis.
Para un hombre, una conversación es más esfuerzo que hachar troncos, y por eso necesita horas para estar preparado. También puedes anticiparle “me gustaría en algún momento conversar contigo; dime en qué momento te parece correcto, no tiene que ser ya, sino cuando tú creas que podemos conversar”. El puede estar listo dentro de unos meses o años, en los que te dirá: “Estoy listo, pero no recuerdo la pregunta… ¿de qué teníamos que hablar?”.
5) Debes formular las preguntas correctas:
Las mujeres ya sabemos que hacer preguntas es la única manera de estimulas la conversación. Entre mujeres nos preguntamos “¿Cómo te fue?”, “¿Qué hiciste hoy?”, “¿Que te parece mi fuente nueva?”…¡y hay para hablar durante varios días seguidos! Pero si le haces esas mismas preguntas a un hombre que, por ejemplo, recién llega a casa del trabajo, te encuentras con éste diálogo:
“¿Qué tal te fue hoy en el trabajo?”
“Bien”.
“¿Qué hiciste?”
“Nada. Lo mismo de siempre”.
“¿Qué te parece esta fuente nueva?”
“¿Qué fuente nueva?”
“Esta, verde fluorescente… ¿no la ves?”
¿No la hemos tenido siempre?”
“No… ¿qué te parece?”
“Bien”.
¿Cuál es el problema aquí? ¿Que tu hombre responde como una persona con parálisis cerebral? No. el problema no son las respuestas, sino que debes mejorar las preguntas.
Hay dos tipos de preguntas: las cerradas y las abiertas. Las preguntas cerradas no estimulan la conversación, porque pueden contestarse con una palabra: “Bien”, “Mal”, “Nada”, “Sí”, “No”. Estas respuestas paralizan la comunicación de manera tal que a ti sólo te queda irte a dormir.
Una pregunta abierta exige más de quien va a responderla, porque saca más información de tu hombre, y por ende lo estimula a comunicarse más profundamente. Te doy ejemplos de preguntas que dispararan la conversación:
“¿Qué fue lo mejor que pasó hoy en el trabajo?”
“Si pudieras hacer algo para mejorar tu trabajo y el dinero no fuera inconveniente, ¿qué sería lo que harías?”
“¿Qué sería lo primero que harías si ganaras la lotería?”
“Si pudieras participar en una película de las que has visto, ¿cuál sería?”
“¿Cuál es el recuerdo favorito de tu niñez?”
“Si pudieras entrar en una máquina del tiempo, ¿qué momento en la historia te gustaría visitar?”
“¿Que es lo que más temes?”
Como ves, el hombre tienen así muchas mas posibilidades para hacer respuestas variadas, aunque sean combinaciones alternas de “No lo sé”, “No recuerdo”, “Ya veré cuando suceda”, “Ni idea”, “Esto parece un interrogatorio policial”, “¿Qué eres? ¿Agente de la GESTAPO o de INTERPOL?” o “Si respondo correctamente, ¿cuál es el premio?”
Aunque seguramente tendrá respuesta para la última pregunta de “¿Qué es lo que más temes?”, pues responderá “Que tú comiences a interrogarme” Esto no significa que un sexo sea superior a otro, sino que tenemos distintos modos de enfrentar al mundo. Si el mundo no es simple, ¿por que la comunicación entre hombre y mujer habría de serlo?
Optimum est pati quod emendare non possis. ("Cuando no se puede corregir algo, lo mejor es saberlo sufrir.") Seneca
Hombres silenciosos:
“Mi marido no me habla”es el motivo de queja de la mayoría de las mujeres. Esperas que llegue el final del día para reencontrarte con él, y cuando le preguntas cómo le ha ido, él te responde “Bien” y enciende la tele. Si quieres hablar con el a la mañana, se escuda detrás del periódico. Una cantidad enorme de mujeres se separan de sus maridos, hartas de sentirse rodeadas de silencio. Pero así no resuelven nada, ya que con cualquier otro nuevo amor se repite la misma historia: “Mi primer marido no me hablaba. El segundo, me habla menos.”
Tampoco es que ningún hombre habla. Muchos hablan tanto que no te escuchan.
El problema es que para los hombres el silencio es paz y relax, y para las mujeres el silencio es tedio y problemas. ¿Qué mujer puede- como hacen ellos - mirar televisión con un amigo, en total silencio por horas sin pensar "Debe estar enojado conmigo”?
Asumir que los hombres no saben dialogar como las mujeres es lo primero que debes tener en cuenta para poder congeniar con ellos.
Pero hay trucos para hacerlos hablar, que ahora te diré
Pobrecitos sus cerebros
No puedes enojarte con un hombre porque no te hable, porque si no puede hacerlo es porque tiene el cerebro dividido. Ya se sabe que el hemisferio cerebral izquierdo es el de la imaginación, la creatividad, la central procesadora de emociones, mientras que el derecho es el cerebro práctico, el de la coordinación psicomotriz (útil para los deportes), el que calcula riesgos y medidas a tomar, y el de la razón.
Entre medio de los hemisferios cerebrales está el cuerpo calloso, que es un grupo de conducciones nerviosas que sirve de puente entre ambos lados. Esta parte del cerebro es mayor y está más desarrollado en la mujer, lo que implica una mayor capacidad de comunicación.
Las mujeres tenemos un cerebro más unificado, más globalizado. O sea que las mujeres podemos razonar y sentir al mismo tiempo —y colar los fideos y atender el teléfono—, y podemos expresar con palabras lo que sentimos. Tenemos muchas más neuronas dedicadas al lenguaje y a la observación de emociones ajenas Usamos ambos hemisferios (lo que favorece la capacidad verbal) y esto nos permite realizar tantas acciones a la vez, que necesitamos comunicarnos para liberar tensión.
Los hombres, en cambio, en lugar de un puente de carne entre ambos hemisferios, tienen un enorme abismo. Los hombres razonan o sienten. Como no puedes pedirles que hagan ambas cosas a la vez, o hablan, o piensan. De ahí que nuestra famosa pregunta "¿en qué estás pensando?", sea inevitablemente respondida por los hombres con un parco "en nada". ¿Es que ponen la mente en blanco en segundos, cuando a nosotras nos llevaría años de entrenamiento en meditación con un monje tibetano? ¿Cómo se puede pensar “en nada”?
La neuropsiquiatra americana Louann Brizendine - de la universidad de Yale, autora de “The Female Brain” (“El cerebro femenino”) - afirma “las mujeres tienen en el cerebro autopistas de ocho carriles para procesar emociones, mientras los hombres tienen un sendero de montaña”. Nuestras emociones son Ferraris, la de ellos, carretillas.
Como los hombres hablan poco, las mujeres piensan que hablan en clave. Y se obsesionan por decodificarlos como si fueran jeroglíficos egipcios, tratando de descubrir qué habrá querido decir él cuando dijo tal cosa. Y en verdad los hombres nunca te quieren decir “algo”; te lo dicen, o no te lo dicen. Los hombres no son complicados, sino obvios. Cuando los ves callados, con la mirada perdida, no están meditando en el futuro de ambos: están con la mente en blanco, pensando en nada .Así que ya sabes: si un hombre no te dice nada, no es que esté enfadada: es que no tiene nada que decir.
Entonces, ¿por qué quieres que te hable?
¿Qué hay que hablar tanto?
Las mujeres en cambio, pensamos tanto, que la única manera de callar ese barullo mental es pensar en voz alta, largando todo afuera. Necesitamos hablar para comparar lo que pensamos con lo que piensa otro, y para que nos ayude a tomar decisiones con sus respuestas. . Si un hombre nos responde a todo “Ajá”, no nos ayuda en este proceso, y nos empezamos a impacientar. ¿Por qué queremos hablar las mujeres? ¡Para sentir que pertenecemos a la especie humana! ¿Si no, que diferencia habría entre dos camellos y dos personas? ¡Las personas hablan! Salvo tu marido, que tiene más de camello que de persona…
.Por eso muchas mujeres, para saber si él las escucha, les preguntan cada tanto “¿me estas escuchando?”. Y cuando él dice “claro que te escucho”, los ponen a prueba diciendo “A ver repíteme todo lo que acabo de decir”. Y ellos lo repiten como un loro, sin percatarse del significado de las palabras: “has dicho “me enamoré de mi profesor de tenis y vendí tu auto para irme con él a conocer París… ¿Ves como te escuch…? ¿Ehhh? ¿QUE HAS DICHO?”
Conversar es revelarle al otro lo que pasa en los rincones más recónditos de tu cerebro. Es un acto de intimidad. A ellos, la intimidad lo asusta: A las niñas se les regalan bebés de juguete, perritos, ositos y muñequitas decoradas con corazones. A los niños se les regalan ametralladoras y robots… ¡y ningún corazón! Los niños crecen perdiendo contacto con sus sentimientos. Por ende, todo acto de intimidad – sea una conversación, una relación sentimental o una noche de sexo- los compromete en un área oscura que no saben manejar, la de las emociones.
Desde pequeños, los hombres buscan diferenciarse de la madre, demostrándole que son bien distintos y hasta superiores a ella. Lástima que como no crecen nunca, llevan esa actitud a todas sus relaciones con las mujeres, confundiendo a sus parejas con madres postizas. Es por eso que apenas llega te dice “¿Qué hay de comer?”, a lo que – para hacer juego con esa pregunta tan infantil - habría que responderles: “Hoy no tuve tiempo de cocinar, así que te amamantaré”.
Conversar significa exhibir dudas. Los hombres se resisten a ir a un analista porque eso también significa hablar, y reconocer que necesitan ayuda. Como dice John Gray: “Cuando un hombre no encuentra solución, busca una distracción”[CVK1] . Y para ventilar sus problemas, se van a jugar al billar.
Los hombres siempre quieren llevar la conversación al terreno de lo concreto, que es lo que pueden dominar. Cuando les queremos contar acerca de algo que nos conmueve, nos contestan con un chiste, que es lo que sí puede dominar.
Cuando les contamos un problema para que nos den consuelo, nos dan consejos prácticos, que nos hacen sentir que nos creen tontas. Las mujeres les hablamos a los hombres con el hemisferio cerebral derecho, el de la sensibilidad, y ellos nos responden con el izquierdo, el de la practicidad.
Para colmo, las mujeres no son escuchadas en nuestra cultura patriarcal. Tal vez esto se deba a que durante siglos se supuso que no teníamos nada importante que transmitir. Somos constantemente interrumpidas o parafraseadas, sin que nos den el crédito de los que dijimos. A mi me ha sucedido: hago un chiste ante un grupo de hombres, y todos lo ignoran, hasta que uno de ellos lo repite con su vozarrón de macho, y todos le festejan a carcajadas la que era mi ocurrencia. Si digo “¡Oigan, esa broma era mía!”me miran espantados como diciendo “¿Cómo se te ocurre? ¡Los chistes los hacemos nosotros!”. Para ellos, la mujer con sentido del humor no es la que hace chistes, sino la que se ríe de los chistes que ellos hacen.
Los hombres no dialogan: intercambian monólogos compitiendo entre ellos. Aun los que hablan de jardinería terminan diciendo “Mi orquídea es más grande que la tuya”
Ellos hablan de negocios o de cosas concretas… ¡pero nadie logra animar una fiesta contando como destapó el inodoro!
Las mujeres son especialistas en el arte de la conversación porque históricamente se encargaron de que lo niños quieran sacar sus pensamientos afuera para que aprendan de una vez a hablar. También estimularon a todos a compartir necesidades y deseos, y llevan las conversaciones al área de las coincidencias mutuas, ya sea para mantener la armonía del grupo, para que todos coman lo mismo y vayan al mismo cine.
Así las cosas, tu marido llega a casa y te ve con el teléfono en la oreja, poniéndote al día con una amiga. Por señas, él te pide que dejes de hablar con tu amiga. Pero no lo haces, porque aunque lo hagas, él no te hablará. Él no entiende qué es esa manía mujeril de “ponerse al día” La vida es un chispazo minúsculo en los miles de millones de años de vida de nuestro planeta, el ser humano es casi un recién llegado a un planeta insignificante y vulgar, que en unos pocos millones de años más estallará tragado por el sol… ¡pero dos amigas tienen que ponerse al día para saber exactamente qué le pasó a cada una en el tiempo en el mes en que no se hablaron!
¿Qué pudo haber pasado en treinta días?
La verdadera pregunta es: ¿Qué no pudo haber pasado?
Las mujeres hablamos mucho, es cierto. Pero lo hacemos para reflexionar en voz alta. Es como que, escuchándonos a nosotras mismas, podemos pensar mejor que rumiando en silencio, como hacen los hombres. Contar las cosas a una amiga cobra doble significado, porque al relato en sí se le suma la cara que pone ella y los comentarios que hace ella, que hace que lo que hemos vivido sea más real y divertido.
En una reunión reciente de amigas, estuvimos una hora y media hablando solamente de hemorroides, propias y ajenas. Luego volvimos a casa y los maridos preguntaron:
- ¿Qué tal la pasaste con las chicas?
- ¡Genial!
- ¿De qué hablaron?
- ¡De hemorroides! ¡No sabes cómo nos hemos divertido!
No se puede describir la cara que pone un hombre con esas repuestas.
La antropóloga Helen Fisher afirma en “El Primer Sexo” que “las mujeres bromean con historias y anécdotas: revelan secretos menores sobre ellas mismas y a menudo se burlan de sí mismas. Estas referencias personales y esta autoburla deja helados a la mayoría de los hombres. Para ellos, esta forma de bromear es inútil y patética. Consideran a las revelaciones personales como algo enteramente inapropiado para el entorno: revelar la vida personal equivale a ser débil y vulnerable.” Fijate que si hablas de las vidas de otros, ellos no quieren escuchar, porque lo consideran un chismerío. Y debes explicarte que preocuparse por los demás no es “entrometerse en sus vidas”.
Ellos, incapaces de comprender para qué tanta comunicación permanente, nos llaman cotorras, cotillas, chismosas, parlanchinas... ¡y mueren siete años antes que nosotras, por no sacarlo todo afuera! Las mujeres hacemos terapia a través de una charla entrañable con las amigas, esas que siempre nos escuchan con toda la atención del mundo. La misma atención que jamás obtendremos de nuestro amor, que generalmente analiza con más interés el contenido de nuestro refrigerador que el contenido de nuestro corazón.
¿Qué importa que no nos comprendan? ¡Nosotras nos divertimos en grande!
He aquí el secreto de la felicidad: un hombre en tu cama y una amiga al teléfono.
Tres maneras de hacer hablar a un hombre
Es tu primera cita con él. El te gusta. Te invita a cenar a un restaurante italiano. Empieza a hablar de sus alergias o de cómo convirtió un galpón en un taller de pintura de automóviles. Como te gusta, disimulas los bostezos y te esfuerzas en mirarlo atenta a los ojos, y haciendo comentarios amables como “¿De veras?” o “¡Qué increíble!”. El habla y habla, mientras se le enfrían los fideos. Tú te limitas a fingirte divertida. Intentas hablar, pero mientras tú hablas, él se concentra en sus fideos. Así, el vuelve a casa sintiendo que ha estado con la mujer más interesante del mundo, porque sabes escuchar, aunque de ti aún no sepa nada Así es como lo has enamorado.
Hoy, diez años más tarde, convives con él y lo quieres. Es más: hasta te invita a una cena romántica, cosa que muchos maridos no hacen. Pero mientras llega el camarero, él sigue hablando de sus alergias. Tú tratas de sacar otro tema y él te dice “No me interrumpas, déjame terminar de hablar.” Hablas de otras cosas y no te sigue, como si le hablaras en finlandés. Entonces comienza a hablar otra vez de algo sobre pintura de autos. En verdad, ese tema es tan recurrente que ya ni lo escuchas…Le dices que pida la cuneta y te dice “Siempre dices que nunca hablo, pero cuando hablo me haces callar”.
A esta altura, un hombre de maravillosa conversación es quien te dice “Bueno, ya basta de hablar de mi. Hablemos de ti: ¿qué opinas tú de mi?”
¿Cómo se resuelve este dilema?
Cambiando tú la manera de comunicarte con él, de estas maneras:
1) Háblale de cosas concretas que requieran acción:
Debes tener presente que los hombres son gente de acción, competitivos, que buscan resultados y soluciones. Entonces no le hables de sentimientos, esperanzas ni sensaciones, sino de cosas que requieran resolverse con la acción.
Así que si el te invita a cenar al romántico restaurante italiano a la luz de las velas, debes hablar de lo práctico, de las cosas que requieren acción y virilidad, como por ejemplo: “¿Cómo haremos para destapar el inodoro en casa?”.
2) Muestra interés en él, en vez de esperar que él se interesen en tus cosas:
Ten en cuenta que a ellos les cuesta horrores mostrar interés en tus cosas, así que no te queda otra que mostrar interés en las cosas de ellos. Por ejemplo “¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con dar doble mano de pintura a un auto?”. No te tientes llevando el tema a lo que a ti te interesa, como con quién sale su socio, o si la dueña del Audi se reconcilió con el marido, porque él empezará a aburrirse en una conversación que venía perfecta hablando de solventes y diluyentes varios. Recuerda que estás ahí sólo para hacer que él se sienta fascinante, tomar vino y mirar el reloj a ver cuando llamas a tu amiga… ¡no para que él te comprenda! Ellos funcionan así, desde pequeños. Te lo digo como madre: con mis hijos varones no logro hablar de otra cosa que no sea fútbol, así que he debido informe al respecto para poder comunicarme con ellos. Y a mi hombre no le interesa el fútbol…
3) Sé su compañera, no su madre ni su maestra
Muchas veces él comienza a hablar y tu empiezas a corregirlo por cómo dice tal cosa o por que lo que cuenta que ha hecho debía hacerse de otro modo. ¿Quisieras que tu hombre te dijera cómo hacer algo mejor y en qué te equivocaste? No, sólo quisieras que te escuche. ¿Entonces cómo vas a corregirlo todo el tiempo, indicándole como expresarse o diciéndole lo que hizo mal? Si lo corriges y criticas, es lógico que el piense: “mejor no le cuento nada”
4) Sé paciente con los tiempos masculinos
Las mujeres hablan tres veces mas palabras que los hombres por día. Si la charla es amena, ellas se aceleran y hablan más, mientras los hombres se están esforzando para encontrar las palabras correctas. Como él no está dotado para conversar, le lleva el doble de tiempo formular algo para decir. Déjalo pensar, no le preguntes “¿Y? Estoy esperando…”. No insistas en que él hable más: se cerrará porque le cuesta horrores expresar lo que quiere decir. Tampoco sucumbas a la tentación de completar con tus palabras las frases que él deja incompletas, como cuando él dice “Yo pensé que él me estaba…” y tú completas “…que te estaba estafando, claro”. Aunque aciertes y fuera eso lo que él quería decir, no le estás demostrando que lo comprendes, sino que le quitas estímulo para formular frases enteras. ¿Para qué esforzarse, si tú ya has completado la idea?
Si quieres hablar de algo puntual, es mejor que le anuncies “No me tienes que responder ahora, podemos hablar de esto mañana o pasado”, y que él vaya rumiando la respuesta hasta que esté listo para hablar. Si ves que se agota en medio de una charla, dile “dejamos aquí y seguimos otro día”. Él te lo agradecerá, especialmente si son las tres de la mañana y él debe levantarse a las seis.
Para un hombre, una conversación es más esfuerzo que hachar troncos, y por eso necesita horas para estar preparado. También puedes anticiparle “me gustaría en algún momento conversar contigo; dime en qué momento te parece correcto, no tiene que ser ya, sino cuando tú creas que podemos conversar”. El puede estar listo dentro de unos meses o años, en los que te dirá: “Estoy listo, pero no recuerdo la pregunta… ¿de qué teníamos que hablar?”.
5) Debes formular las preguntas correctas:
Las mujeres ya sabemos que hacer preguntas es la única manera de estimulas la conversación. Entre mujeres nos preguntamos “¿Cómo te fue?”, “¿Qué hiciste hoy?”, “¿Que te parece mi fuente nueva?”…¡y hay para hablar durante varios días seguidos! Pero si le haces esas mismas preguntas a un hombre que, por ejemplo, recién llega a casa del trabajo, te encuentras con éste diálogo:
“¿Qué tal te fue hoy en el trabajo?”
“Bien”.
“¿Qué hiciste?”
“Nada. Lo mismo de siempre”.
“¿Qué te parece esta fuente nueva?”
“¿Qué fuente nueva?”
“Esta, verde fluorescente… ¿no la ves?”
¿No la hemos tenido siempre?”
“No… ¿qué te parece?”
“Bien”.
¿Cuál es el problema aquí? ¿Que tu hombre responde como una persona con parálisis cerebral? No. el problema no son las respuestas, sino que debes mejorar las preguntas.
Hay dos tipos de preguntas: las cerradas y las abiertas. Las preguntas cerradas no estimulan la conversación, porque pueden contestarse con una palabra: “Bien”, “Mal”, “Nada”, “Sí”, “No”. Estas respuestas paralizan la comunicación de manera tal que a ti sólo te queda irte a dormir.
Una pregunta abierta exige más de quien va a responderla, porque saca más información de tu hombre, y por ende lo estimula a comunicarse más profundamente. Te doy ejemplos de preguntas que dispararan la conversación:
“¿Qué fue lo mejor que pasó hoy en el trabajo?”
“Si pudieras hacer algo para mejorar tu trabajo y el dinero no fuera inconveniente, ¿qué sería lo que harías?”
“¿Qué sería lo primero que harías si ganaras la lotería?”
“Si pudieras participar en una película de las que has visto, ¿cuál sería?”
“¿Cuál es el recuerdo favorito de tu niñez?”
“Si pudieras entrar en una máquina del tiempo, ¿qué momento en la historia te gustaría visitar?”
“¿Que es lo que más temes?”
Como ves, el hombre tienen así muchas mas posibilidades para hacer respuestas variadas, aunque sean combinaciones alternas de “No lo sé”, “No recuerdo”, “Ya veré cuando suceda”, “Ni idea”, “Esto parece un interrogatorio policial”, “¿Qué eres? ¿Agente de la GESTAPO o de INTERPOL?” o “Si respondo correctamente, ¿cuál es el premio?”
Aunque seguramente tendrá respuesta para la última pregunta de “¿Qué es lo que más temes?”, pues responderá “Que tú comiences a interrogarme” Esto no significa que un sexo sea superior a otro, sino que tenemos distintos modos de enfrentar al mundo. Si el mundo no es simple, ¿por que la comunicación entre hombre y mujer habría de serlo?
20 comentarios:
En primer lugar... el hecho de contestar con un chiste, o utilizar una broma, el humor está considerado como una capacidad de abstracción máxima dentro de las funciones cerebrales superiores, por lo cual explica por qué en la psicosis no entienden los chistes.
En segundo lugar... "Ponerse al día con una amiga" es una aseveración falsa, ya que está demostrado que las mujeres carecen de la capacidad de sentir empatía con el propio género, a menos que se refiera a ponerse al día en un marco de sangrienta y fría competencia...
En tercer lugar, por que a mí me tocan solo las que tienen más desarrollado el cuerpo calloso?
Y por último, varios de nosotros hemos desarrollado la capacidad de padecer una sordera total a voluntad y temporaria, que no es lo mismo....
Saludos.
Ajá, asi que no era innato, era voluntario ...¡ tanto peor! ¡Hay que mandarlos a todos al rincón y a dormir sin postre! ¡ Qué cosa!
Jajaja, Bueno no se que tan apropiado sea comenzar un comentario con risas, que por cierto no son irónicas!.Pero esta nota me encantó! y como mujer puedo decir que es muy real todo eso dicho y muy buenos los consejos que da.Jamás me pregunte por que los hombres no hablan?, y la verdad es que muchas veces es molesto!, que no lo hagan jajaja, pero esto me bastó para entender el porque de eso....ahora me siento más comprensiva con los pobres es que aveces los juzgamos sin saber!. en fín! excelente excelente la nota, y muy graciosa a propósito ( en el buen sentido!).Saludos para Ana la autora.Besos y muchos más éxitos! =)
luiso parece que se enojó un poco con la nota!.Sí! aveces es dificíl aceptar ciertas cosas! jajaja.Don't worry be happy!
Les digo la verdad.....
Es una idiotes lo que dice esto...hay partes q estan bien y otras no....porq siempre las mujeres somos las que debemos adaptarnos a los hombres?????.....digan lo que digan de ellos......pero tendrian que abrir mas su mente.....sino bueno, tendriamos que dar razon a nosotras "los hombres no sirven para nada, solo trabajar y para reproducirse".....yo no creo que tenga que ser siempre asi, ser exclavas de ellos.....y si, es dificil que ellos hablen, pero no por eso tenemos q siempre estar diciendo "si mi amor", "que bien"....a todo lo que dicen ellos, porque prestarles atencion , si ellos no las prestan a nosotras.....este es un mundo muy machista......
Ellos se creen superiores, cuando nosotras somos las que los hacemos.....
Sin nosotras que harian?????
nada, el mundo sin mujeres seria un desastre, vivirian en guerra, tirados en un sillon tomando cerveza y mirando tele como "Homero Simpson"......serian todos asi......
Que es lo que no entienden, nosotras tambien necesitamos que ellos nos escuchen y presten atencion...........
Con eso de deshagogarse con la amiga esta bien,.....pero la pareja se tiene que dar cuenta que nosotras necesitamos no solo de una amiga, sino nos hariamos lesbianas......."esa si seria la pareja perfecta"......
se necesita el dialogo!!!!!es por eso que hoy en dia no duran un matrimonio mas que 3 años, porque no hay dialogo....las mujeres nos cansamos de la monotonia, de que siempre hablen de ellos......alguna vez en la vida se tendrian que poner en nuestro lugar......
Me encanta el tono sarcástico de tu blog. Como ya sabrás, todos los hombres no somos iguales. Algunos tenemos un blog. Donde, si lo visitas, confirmarás que hay hombres que están muy lejos de los estereotipos creados por la mujer.Jaja. Me gustaría que lo visitaras y me dieras tu opinión sincera. Te sigo, siempre que el tiempo me lo permita.
www.yoyomismoylosmios.blogspot.com
Yo creo que tratar de que los "pobrecitos hombres" aprendamos a platicar como las mujeres a pesar de "nuestro cerebro dividido" es igual que tratar de que las "pobrecitas mujeres" aprendan a introducir fórmulas en una hoja de Excel como nosotros, que sí nos logramos concentrar en una sola cosa. Si de verdad una mujer quiere comunicarse con un hombre o un hombre con una mujer, tiene que entender que de lo que se trata es de entendernos, no de hablar el mismo número de palabras.
Muy bueno este comentario, me hizo reir y además entender a mi novio por que solo me contesta con un ok, cuando yo me estoy gastando los dedos en escribirle cosas. Y tambien a entender porque se compró un videojuego y se conecta desde ahí, pero no dice una sola palabra. Muchas gracias. :D
Los hombres no hablamos con las mujeres, no porque no sepamos, sino porque hemos llegado a la conclusión de que no merece la pena ... Pasamos de involucrarnos en esos juegos emotivo-pseudoracionales y manipuladores, que es lo que las mujeres entienden por "hablar". No hablamos, y nos va muy bien. Es sólo un truco :)
las mujeres de venus, los hombres de marte?...sera cierto? creo que hay de todo en este mundo, no hay que etiquetar a nadie.Aunque como batallo para que "mi Amor" entienda lo que quiero. Tal vez si es un poco cierto que tengan una desventaja en eso de entender a una mujer y comunicarse. Hay que aceptarlo hombres, el mundo seria mejor si se hubiera manejado por los dos sexos desde un principio: menos guerras,abusos, mas entendimiento entre naciones, menos contaminacion...etc
En ciertas cosas estoy de acuerdo, pero como dice el dicho al buen entendedor pocas palabras. Hay situaciones que se manejan en el texto en donde se etiqueta al hombre de tantos defectos y nulas virtudes y que las mujeres son infalibles, bla, bla, bla, y mas bla, es cierto, yo admiro a las mujeres, pero también hay que ser humildes al aceptar las virtudes que te dió la naturaleza y no caer en calamidades por que la naturaleza "no te dotó" de dichas virtudes, ¿quá harían los hombres sin la mujeres? nada ¿y las mujeres sin los hombres? nada, y tan simple como decir NO existiría la humanidad, hací de fácil, yo me sientio orgulloso de ser hombre, y no por ello me siento menos que una mujer, porque me supere en algo o en todo, así como una mujer no se debe en ningún momento, sentirse iferior a un hombre; eh ahí la humildad que falta en ambos géneros y que si no aprendemos a comprendernos los unos con las otras, esto seguirá siempre igual, sin igualdad de género "hasta que el sol se coma la tierra"
Mujeres: hablar un poco menos.
Hombres: hablar un poco más.
Así equilibramos la comunicación.
Soy maestro Matemáticas con 6 años de experiencia docente y mis grupos superaron a los grupos de mis compañeras de matemáticas por quinto año consecutivo, ¿me escucho mal verdad? ¿Qué sucedió aquí?.... la comunicación con las muchachas y los muchachos fue clave, es lo que a mi entder fue lo que ocurrió, a mi no me gusta hablar de mis logros diciendo a los cuatro vientos con presunción... te superé!!!, no, yo busco la manera de hacer que la escuela suba de nivel, y me retroalimento con mis compañeras con sus experiencias y ellas conmigo de igual forma y así buscamos una comunión entre ellas y yo, para salir ganando todos, de eso se trata.
Mujeres gracias por existir y ser nuestro complemento, de todo corazón lo digo.
Hombres no hay que buscar entenderlas y comprenderlas, hay que amarlas, quererlas y estar con ellas en las buenas, en las malas y en las muy malas...
P.D. NO SE VALEN LOS ANÓNIMOS Y NOMBRES FALSOS, POR QUE DAN A ENTNDER LA POCA COMUNICACIÓN Y HASTA EDUCACIÓN QUE TIENEN, (ESTO PARA AMBOS GÉNEROS, EH!).... MUJERES Y HOMBRES...OPEN MIND...
Los hombres son niños de 6 años que creen que están mejor sin su madre. ¿Qué hay de malo con eso? Sólo hay que ignorar su básica capacidad de respuesta.
Las mujeres, sobre todo las inseguras, pasan intentando reafirmarse ante los ojos de su pareja, ¡error! No hay que pedir peras al olmo, tener madurez para aceptarlo y sabiduría para ver la diferencia.
Que hacer cuando un hombre mantiene silencio las 24 horas del dia, los 365 dias del añor, incluso cuando hacemos el amor?
Todo tiene un límite. Hombres y mujeres tienen capacidades diferentes, pero tambien lugares comunes. La convivencia entre los generos se basa en la comunicacion, la consideracion y el respeto, pero sobre todo en el amor, que aqui nadie ha mencionado, y que debe ser la motivacion para intentarlo con tu pareja una y otra vez. Para lograr una buena comunicación nosotros los hombres tenemos que hacer el esfuerzo de analizar mas no a las mujeres (esto es tarea titánica), sino a nuestra mujer, y conocer sus gustos, necesidades, intereses y temores. Imaginemos que quisieramos ganar un concurso de television de "cuanto conoces a tu pareja".
A las mujeres solo les pediría que recordaran una cosa: como dice la autora en una viñeta: "Los hombres somos tan básicos que parecemos complicados", pero no somos tan malos ni tan limitados como muchas veces nos pintan.
Y una ultima cosa: Marge adora a Homero, y Homero adora a Marge.
las pokas palabras a veces se deben a guardarse mucho de lo q se siente, al menos a veces eso me pasa a mi como vago, a veces es para peor, xq pensas q la mina no te va a entender,desgraciadamente existe ese odio actual de algunas mujeres respecto a los hombres, cosas como q somos cuadrados, q somos malos y limitados, yo no necesito hablar mal o tirar a vajo a nadie para sentirme bien, me interesa superarme a mi mismo y a nadie mas, respeto con todo mi corazon a la mujer, pues de ella naci, pero no soi menos inteligente ni menos importante para la raza o el proposito divino si kieren llamarlo, simplemente diferente, "para ellas sos un mono absurdo y cuadrado del cual se sacan beneficios, pero vos sin hablar y mirando pikaronamente sabes q no es asi y te reis un poko de lo q ocultas, xq sabes q no lo va a saber nunka si no se lo decis" deja q se traguen la historia de q somos remil boludos, q la mina q realmente te respete y se haga respetar, va a tener tus palabras
alejandro
Que articulo tan descabellado! Y lo mas gracioso muchas mujeres: "Ahora entiendo a mi marido"jajajaja
Yo cuando estoy callado muchas veces estoy pensando o reflexionando y de vez en cuando 'descansando' mi mente ...
Mujeres, quieren saber como somos los hombres? Pregunten a un hombre!
Una mujer no podra responder porque no es un hombre y nunca lo ha sido
Jojojojojo
Jaja muy bueno e irónico todo. Me he sentido muy identificada
Creo que es muy interesante como todos pensamos diferente. Pero concuerdo en que cuando existe amor de por medio los 2 podemos hacer esfuerzos por entender y complacer al otro sin perder nuestra identidad.
Parece que para ustedes es molesto que hablemos tanto, entonces no deberían darnos tantos motivos para repetirles las cosas. A nosotros no nos agrada que estén callados y creo que después de un par de años he encontrado formas de hacer hablar al hombre que me acompaña día a día.
Es tan importante compartir los eventos de nuestros días, pero siempre necesitamos de una retroalimentación porque sino es como hablar con la pared y eso se siente peor que estar callada en un rincón.
Creo que cuando uno quiere algo con su corazón se hace lo posible e imposible para atesorarlo.
Amo al hombre que está a mi lado y me esfuerzo por ser concreta y por sacar lo mejor de ambos cada día, el trabajo es de 2 y no resolvemos nada quejándonos de lo que sucede puerta adentro.
Más sí deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo para cambiar el modelo.
Conversar con una amiga puede ser sumamente des-estresante, pero conversar con el hombre que amas y que éste te escuche, lo es todo.
La ciencia ha demostrado adaptaciones diferentes en los cerebros de hombre y mujer, tiene que ver con los roles que debian cumplir, para cazar necesitas sigilo, concentración, entendimiento con los compañeros con el lenguaje corporal. La mujer por su parte tenía que compartir con hijos y otras mujeres, la comunicación era fundamental,todo esto es adaptación, lo que somos es lo mejor que ha seleccionado la naturaleza, somos diferentes pero complementarios. Tu relato es triste, lleno de rabia y resentimiento. Saludos
Y cuando eres muy callada, de escuchar mucho y hablar poco, y todo el mundo lo dice, te piden que escribas más o hables más, te cuesta y cuando por fin logras expresarte sin que parezcan monosílabos, llega el tipo de turno, te busca, y después te acusa de ser muy parlanchina, sólo porque te interesas por él como por otras personas y ves que con otros hombres y mujeres así sean tonterías larguísimas los lee, bromea, les contesta,etc y contigo se molesta si no le hablas pero también si le hablas ¿qué haces? Se me ocurre que mandarle a volar, no hablarle ni nada, o sea volver a ser callada.Porque además es el único que te dice que hablas mucho, y de hecho hablando no hablas casi, es al escribir cuando alargas porque quieres que todo quede muy claro, ya que él escribe tan raro que parece incoherente saltando palabras.Y si intentas dialogo o no responde o corta en seco, pero despues busca.
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